Día 4: ¿El mezcal es de Jalisco o de Oaxaca?


Viajar sola me hace más sociable.

¿O será el mezcal de tamarindo, café, arándano, maracuyá y coco, que tomé, lo que me hace hablar con todos?

A penas me lo tomé en Tlacolula, y sentí calientito, calientito en todo mi cuerpo. Me quedé a platicar con el dueño de la mezcalería hasta que me sentí lista para irme.

Del de tamarindo con sal de gusano y chapulines, tomé dos vasitos, estaba sabroso.

La sal de gusano ya la había probado, con la señora que vende granadas en Mitla, "¿Le gustó? ¿verdad?"-me dijo burlona cuando le pedí que le pusiera más.

Allí en Mitla hice muchos amigos, porque a todos les pedía que me tomaran fotos. Me fastidié pronto y me fui.

Me gustó más Tlacoula. Comí con una familia: llegué a un puesto donde estaban comiendo las personas que atendían, así que me sirvieron y se sentaron a comer conmigo, dijeron que no entienden por qué viajo sola. Me tardé en comerme mi Tlayuda (aunque no tuve que forzarlo) para quedarme más rato platicando.

De regreso me tocó el mismo taxista del día anterior. Se burló de que me estaba dando sueño con el mezcal, y me dijo que ya me veía más segura por estos rumbos.

Uy, si la señora que iba a  mi lado en el camión, rumbo a Mitla, me viera socializando: "no se confía"- me dijo-"no a cualquiera lo va  a decir que viene sola". Me regañó porque me escuchó hacerle mil preguntas al muchacho que cobraba en el camión y éste se ofreció a llevarme a Montealbán; le contesté al joven -muy amablemente- que no, porque la señora tiene razón.

Es interesante ver, que cuando no tengo la seguridad de que ya alguien me quiere: mis amigos, familia, los que me conocen por la cuadra; busco hacer nuevos lazos. A veces no me funciona, como en el recorrido en bicicleta al que fui, donde me di cuenta que no sé pedalear y platicar.

Tanya



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