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Falda pata de gallo

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Salí engalanada en mi falda de estampado pata de gallo.  Cuídala mucho -me había dicho la especialista en ropa vintage- no es muy común.  Esa vez me dijo que era sesentera, o setentera, ya no me acuerdo bien. Diez años son mucho tiempo en la moda pero para este escrito no cuentan tanto.  Aunque soy más delgada que antes, mis muslos se rozan con esa falda. Ciñe el cuerpo desde la cintura hasta las rodillas, como pretendiendo que te quedes quieta.  Entonces salí, como María Victoria. La referencia la sé porque cuando pedí que me hicieran un traje sastre para el día de mi titulación, me preguntaron si quería abertura en la parte de atrás de la falda o si prefería andar como María Victoria.  Salí hoy, pues, con mis tacones cortos, del mismo modelo que usan las edecanes de la Sedena. Es raro porque los militares dicen tener equidad y agregar a las mujeres a las actividades castrenses pero las usan de adorno y de "acomodadoras" en eventos públicos.  Así pues me dis

Cubrimos nota roja

Dicen mis compañeros de trabajo que todo publico en Facebook, les voy a hablar de ellos aquí en mi blog. El que se sienta en la orilla es estadista/psicólogo/ gusgo/ especialista en memes. Se toma tantas tazas de café como se bebe los chistes del internet. Hay que ganarse su confianza, toma tiempo pero vale la pena ser parte de su club privado que incluye comer toda clase de antojos de gama alta y baja. Detrás de él se sienta el filósofo/ artista underground/ joven, a veces lo molesto haciéndole preguntas y siempre las contesta de lo que parece ser buen humor, aunque no es muy expresivo. Escucha música  diferente, alguna me da miedo. Es foráneo pero siempre parece adaptado a cualquier lugar y circunstancia. Al lado del cafetero está el que siempre separa su vida personal de la laboral. Hace una distinción, dice. Afuera es gótico, y, adentro, formal. Vive con altos estándares que le han servido para hallar exactamente lo que quiere,  y los hace valer con poquitas palabras, sin rev

Cómo les gusta la mamada

Y andamos mamando por la vida.  1 Las campañas para reducir el uso de popotes no son casualidad.   "¡B ájenle a su mamadera!", seguramente gritarían las tortugas en un comercial de greenpeace.  La higiene es una excusa. El no poner la boca sobre las manoseadas latas, los mal lavados vasos o las inseguras botellas son pretexto para la intención oculta de los adultos: s e trata de chupar, de poner los labios en el plástico que  se asemeja a los pezones. Después, hay que coordinar la respiración con la función de tragar líquido, como cuando bebíamos leche.  2  Las botellas con chupón funcionan igual. A los hombres mamados en un gimnasio no les son suficientes sus músculos  para protegerse del exterior malvado que los amenaza: también toman de botellas que les dan seguridad.  Los dos labios cubren la boquilla, hacen un vacío, el mismo que debe existir para que no haya cólicos en la panza, para que no entre el aire que luego causa llanto.  Respiración profun