Somos todos
De repente se perdió. Su mamá no se dio cuenta porque venía buscando la entrada a los talleres y traía de la mano a la niña. Justo les acababa de decir que no se separaran porque había mucha gente. Cuando ella volteó, el niño estaba parado en el mezzanine enorme, alfombrado, vacío de objetos y lleno de gente que le pasaba al rededor sin notar su angustia. Volteaba hacia todos lados pero no lograba ver a su mamá que estaba justo enfrente de él, bajando las escaleras. Ella gritó su nombre, y el niño caminó hacía ella porque sus piernas no tenían fuerzas para correr. La mamá le reclamó no haber escuchado las instrucciones. Pero antes de poder continuar con el discurso de por qué hay que hacer lo que los adultos dicen, se dio cuenta de que el niño seguía pasmado. "¿Te asustate?"- le preguntó. El niño liberó sus lágrimas primero, las palabras después: "Sí". Recibió un abrazo protector, de esos donde el adulto enreda con sus brazos y el ni...