Leo

No había podido escribirte, porque, bueno... estás muerto y eso hace difícil la comunicación; además, si me contestaras, tendría miles de preguntas que hacerte y a tí te molestan tantas putas preguntas. 

Lo menos que quiero hacer es molestar a quien ya no está; pero, sobre todo, no quiero molestar a aquellos para quien tu nombre se ha vuelto solemne, santo, tabú.

Sin embargo, aunque tenga que dirigirme a tí con respeto, o  tal vez no dirigirme en lo absoluto, no he dejado de pensar en tí,  y espero nunca hacerlo.

Cuando camino por el centro, pienso en tí. (Te daré un momento para que hagas un comentario sarcástico. Aunque no lo escuche, puedes hacerlo). El otro día vi a un chavo parecido a tí, sentado en una banca en el centro (ya no me acuerdo si por Plaza Universidad o en San Juan de Dios, cerca de los leones) estaba con su novia, besándose. Pensé que a tí te hubiera gustado tener una familia, una esposa amorosa y comelona como tú; me consoló pensar que te sentí feliz cuando viniste a despedirte de mí.

Yo pienso que las personas que están muriendo no se arrepienten, no sienten culpa ni nada, algo así leí en el libro que estaba leyendo los días en que estuviste muy enfermo. Ese libro está padre porque en él aprendí sobre el "bien morir" del que te platiqué la última vez que te vi; yo creo que eso te pasó a tí, espero que haya sido así. Ni me preguntes cómo se llama el libro que ya no me acuerdo (un "ay, pinche Tania" viene bien aquí, pero tú puedes comentar lo que quieras).

No quiero ser narcisista y contarte sobre mí cuando esta carta se trata sobre tí, pero sí quisiera actualizarte en algunas cosas de mi vida que no te enteraste: ya manejo un carro viejito que se descompone a cada rato y que me dá varias anécdotas graciosas que contar, como aquella donde se me apagó en el paso a desnivel de López Mateos y por la cual me hubieras dicho como: "zonza" ó "no mames, pinche Tan-ya"; el ejote se murió y lloré mucho, a lo mejor ya sabes eso, si el lugar a donde van perros y personas es el mismo.

Debido a aquella crisis existencial por la que pasé después de terminar la maestría, he estado mucho mejor, la situación implica muchas cosas personales. Seguro pasaría horas hablando mientras tú contestarías "ajhá",  "ey", "pinche Tanya", o nada. Enojada te preguntaría que si estás escuchando y me repetirías todo lo que te dije.

Después de tu muerte me enfermé de los alvéolos, son unas cositas que tenemos en los pulmones, un tema con el que te aburriría si no estuvieras muerto. Yo deduje que me enfermé de tristeza.

Te extraño. 

No lamento nada, ni tengo resentimientos, ni cuentas pendientes contigo, simplemente te extraño. Sólo por extrañar a una persona que quiero mucho, que siempre fue leal, divertida, que nunca me juzgó aunque se enteró de mis múltiples metidas de pata.

Te extraño porque los amigos se extrañan, porque tenía planes para nosotros en el futuro. Porque es triste que ya no estés y porque nadie más me llama "sabrosa". Extraño pelearte por tus peladencias y descubrir tu amistad día a día.

Escuché que, durante los duelos, uno puede agradecer lo que vivió con esa persona y quiero hacerlo:

Agradezco haber convivido con

A- tu Amor incondicional
B- tus Bromas peladas de mal gusto
C- que siempre pensaste en Comunidad, querías gente unida
D- tu Disposición
E- tu Estatura de la que tanto alardeabas
F- tus Fantasías que pensé que tendrías tiempo de cumplir
G- tu Gata felicia que tanto te aguantó
H- tu Hospitalidad, sobre todo con las mujeres
I- tu Interés por mis asuntos
J-
K- los Kilos que nunca pudiste ganar
L-
M- tu amor por tu Madre, "la doña"
N-
O- tus Obsesiones, con una mujer, con otra, con otra. Con una actriz, con otra, con otra. Con un juego de video y con otro. Con Matrix y otras películas. Con una mujer, con otra y con otra.
P-
Q-
R-
S- tu Sopa, malísima y fea
T- la Temblorina de tus manos
U-
V- tus Victorias en el amor
X-
Y-
Z-








Comentarios

Entradas más populares de este blog

Cerebro gestacional

Zapateado tastuán

La Soledad y El Santiago