Foránea no

Llegó idealizando y con su maleta. 
Que los chilangos son muy groseros, le dijeron. "Agarra bien tu bolsa", "ten mucho cuidado."
Dedicó toda su existencia en aquél lugar a no parecer foránea. 
No se quedaba mirando aquellos edificios que no se veían en Guadalajara: enormes, populares, engreídos. 

No se detenía ni cuando estaba frente a lugares que siempre quiso conocer: el Sanborns de los Azulejos del que le habló Ángeles Mastretta; el edificio del Excélsior que escuchó de las letras de Vicente Leñero; el tepito lleno de leyendas. Ni siquiera cuando estuvo frente a la Diana Cazadora, y la conoció diferente a como la imaginaba, y la vio gordibuena, real, chaparrita... ni siquiera entonces, pudo mostrar su emoción.
Guardaba las emociones para después. Después, en el camión, recordaba la belleza del edificio de correos; después analizaba los comportamientos de la gente de la capital. Después.
 
Sólo se quedaba con ese salto de corazón, con ese arañeo en el estómago, con esa temblorina de conocer más. 

Entrar y salir. Sin ruido. Con el apoyo de familia y amigos y sin nadie en el otro lugar. Ése era el plan.
La cosa es que la gente es humana en todos lados. Todos sienten, todos han sufrido, todas las personas tienen ese gen, esa cosa que los hace querer ayudar a los demás, aunque sea una vez en su vida.
Alguien le enseñó a tomar el trolebús afuera de la central, alguien le enseñó a llegar a Bellas Artes; una la acompañaba a comer; otro la escuchaba.
-"Es por el tipo de personas con las que te has topado: por su educación y nivel económico"- decían los viejos amigos.
-"¡Claro que son buena gente!"-aseguraba su padre, fiel creyente en la humanidad.
Sola no estuvo. Ni cuando se enojaba consigo misma por emprender proyectos tan ambiciosos; ni cuando perdió el enfoque; mucho menos cuando se sentía cansada y sin dinero. 
No estuvo sola. No cuando deambulaba por el centro: exhausta, con ardor en los ojos y dolor de cabeza. Tampoco cuando estaba asustada.
Un temblor, un paseo en bicitaxi, metro, tren suburbano y metrobús, fueron algunas de las vivencias que experimentó. 
El mixiote, el pozole con chicharrón y aguacate, el chicharrón con crema, y los tacos placeros, fueron sabores nuevos.
El ritual de abordar un camión a las 12 de la madrugada; dormir incómoda por 6 horas, luego bajarse del camión, y pintarse en la central para después deambular por 3 horas con una mochila de 5 kilos, es algo que no extrañará.
Llegó una y se va otra. Vino otra y se va otra.
A veces pensó que le gustan las cosas difíciles, que necesita autocastigarse, que le atrae el caos... tal vez, pero nunca olvidó agradecer al universo por conspirar para que el flagelo se lograra...
Experta en la central y el aeropuerto. Experta en vagar e improvisar atuendos. Experta, novata en vivir.
Lo conoció por fin y vio que no era la gran cosa. También dejo de idealizar la profesión. 
Ahora casi se va. Casi.


--
Publicado por Blogger para Algunas letrillas el 4/08/2012 09:49:00 PM

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Zapateado tastuán

Cerebro gestacional

Celebrando la vida