Gorditas de nata
Es de noche, hace frío afuera pero aquí no. Aquí está cálido, huele bien. Una mezcla de azúcar, harina, canela y leche, invade el ambiente. ¡Qué bien huele! ¡Cómo se antoja! La mesa se pasea de un lado a otro rechinando, tus frágiles manos son las causantes, revuelven, amasan, saborean. Platicas de tus planes: que tu hermano ya te tiene cuarto, irán por ti a Tijuana, no te pintaste el cabello...No pongo mucha atención. Me estoy dando cuenta que siempre que estoy en la cocina contigo, me siento hogareña, amada y hambrienta. Tomas una bola de masa, la golpeas con ambas manos y la estampas contra la torteadora de madera, te apoyas en ella sin dejar de platicar, viste una película, o leíste un libro que te gustó, no recuerdas los detalles y alguien te corrije derrepente.Veo tus manos sacando la tortilla y aventándola al comal; tus manos cálidas como el olor de tu cocina, las que me rascan la espalda o me soban el dolor. Recuerdo verte y pensar en mi mamá, me acue...