Estoy embarazada


Antes se llamaba Mavuto, que en chicheo significa problema. Hoy se llama Bram, vive a 12 mil kilómetros de distancia y es el padre de mi bebé. 

Las ganas ocultas y varios momentos gozosos nos llevaron a esto. Aún no tengo una respuesta para todos aquellos que quieren saber si existe un futuro para nosotros, para quienes dudan si tomo las mejores decisiones o para quienes insisten en que no sé usar los métodos anticonceptivos. 

Ahora tengo casi cuatro meses de embarazo: me siento feliz y preocupada; angustiada y motivada. 

Decidí aceptar esta etapa con gusto. Necesité ayuda porque mi fuerte nunca ha sido el fluir, casi siempre controlo, organizo y tengo una explicación para todas mis acciones. 

Ahora fue solo el amor. En un mal chiste, se puede decir que soy terrible para las relaciones casuales; lo pensé pero todavía no me causa gracia. Es muy pronto. 

El primer vestido que me compré, después de sufrir el duelo por mis faldas cortas y pantalones apretados, fue en un bazar que me topé en el camino de diario. 

Tenía ganas de decirle a alguien que me estaba comprando un vestido para estar más cómoda en mi embarazo, así que cuando la vendedora insistió en que me probara un vestido blanco, corto y entallado, como los que suelo usar, le solté que necesitaba uno ancho porque estaba embarazada. 

"¿Y sí querías?", me preguntó sin ninguna expresión. Sentí comprensión; la clase de empatía que un ser humano, con la capacidad de embarazarse, tiene por otro. 

Le mentí. 

Salí con un vestido gris, que en ese momento me quedaba abajo de las rodillas y un poco flojo. Me fui pensando que no soy la única mujer que no planea su embarazo. 

Tenía un plan pefecto. Iba a estar casada dos años después de restregarle a mi historial sentimental que yo sí podía tener una relación seria, que yo sí cumplía con el orden natural de la vida.

Incluso llegué a pensar que los hijos no eran para mí. Mi primera pista fue cuando, al jugar Los Sims, pensaba que los bebés quitaban mucho tiempo en el que podría estar ganando dinero y cubriendo otras necesidades para llenar las barritas. La segunda fue cuando pasó el tiempo y me sentía cómoda. 

Pero no era un sentimiento real, porque a veces me imaginaba cuidando y amando a alguien. Me gustan los juegos y la ropa divertida de niños. Me gustaría ver a alguien crecer. 

En el momento de elegir, escogí al bebé: porque quiero. 

Muchas hormonas y muchas dudas me llevan a esto. Voy a escribir mi proceso, por si quieren acompañarme.
 
 



 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Cerebro gestacional

Zapateado tastuán

La Soledad y El Santiago