Vaca creída

 


La vaca tiene “feo modo” y por eso él ya no la quiso.

Primero, la quería vender y le pidió los papeles al antiguo dueño.

No tenía por qué hablar de su carácter con el comprador.

Pero el anterior vaquero -que tampoco había hablado del temperamento- prefirió recibirla de nuevo para no buscar los papeles y hacer más trámites.  

La vaca negra tiene los cuernos simétricos y del mismo ancho; además tiene una mancha blanca en la cara, como si fuera una manzana mordida: es más larga en la frente y se acomoda perfectamente en su hocico.

Es negra brillante y su cuerpo es  fuerte; quizá por eso tiene mala actitud: es engreída.

Los primeros días, cuando la quisieron ordeñar,  se jalaba mucho. Mi tía tuvo que reducir el espacio entre su cabeza y el tronco para que dejara de moverse.

“Tenía la leche bien arriba, pero no se dejaba. Y las ubres bien negras”, dijo mi tío con desprecio.

Pero no dejarse ordeñar no era la única “sangronada” que hacía la vaca.

 Cuando su dueño se le acercaba  para que comiera sal de su mano, se quedaba quieta, ni un esfuerzo hacía por “caer en gracia”.

“Las otras lo entendieron muy bien, se van acercando”, pero esta era orgullosa.

Ni a sus compañeras les caía bien, se les dejaba ir a cornadas y ellas respondían.

Por eso, mi tío mejor la regresó: vaca sangrona

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