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Mostrando las entradas de 2016

Historias de tacón

Suaviza sus pisadas. Desde abajo de la mujer, los zapatos negros semiabiertos reclaman que fueron hechos para llamar la atención.  Clap, haremos una entrada espectacular, clap, todos sabrán que entraste al recinto, clap, serás la más estilizada, clap, mostraremos tu porte. Los tacones buscan cumplir su objetivo.  Decepcionados, sueltan un sonido apagado porque son apartados a propósito del suelo.  La mujer de cabello largo y rizado camina de puntillas, tratando de detener el escándalo del piso de madera. El grado de dificultad aumenta cuando tiene dos tazas de café en la mano.  Dobla la cintura para dejar una bebida en la mesa llena de académicos. El hombre de corbata, uno de tantos, le dice que él no pidió café. Y la trabajadora del Congreso del Estado va de regreso.  Clap, deberíamos estar en una fiesta, clap, para eso somos tan llamativos. Y ella está de acuerdo, el gesto que hace cada que da un paso, no es de dolor físico. Su toque es sua...

Sin respuesta

No te ilusiones, me contestó sin decirlo. Con su voz a lo mejor no le creo. A veces me miento fingiendo no escuchar. Me pierdo en el subtexto. En otras tantas ocasiones ya tengo el guión hecho. Sólo necesito alguien que llene los espacios. Es que yo te________ Sí, ilusiónate porque yo________ Sí hay una respuesta correcta: aquella que nunca llega. No te ilusiones, me decía cada vez que volteaba la mirada. No, no te ilusiones, afirmaba con su falta de interés. No te ilusiones, cuando desaparecía. Y no le creí. No te ilusiones -yo no soy- me dijo y desapareció. Y yo que creía que estaba escribiendo otro guión.

La salida de sexto

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Corriendo atraviesan la cancha, con sus faldas blancas y cola de colores; reciben un regaño -que no se estén atravesando- dicen. Pero es que esos trajes merecen ser exhibidos. No se puede aplaudir durante los honores-advierte el maestro- es un evento formal, dice. El moreno de cuarto, que va a entrar a quinto, está a cargo de entregar la bandera. "Le quitas el bonete", ordena el director al pasón. "¿Y la cinta?"-preguntó el comisionado- ya no hubo respuesta. El niño tuvo intuición, quitó el amarre pero entregó la bandera enrollada; ya es problema de la escolta. Los bailables -dirigidos por una joven que da clases de zumba- son tan aburridos que dan risa. Los niños bailan, amontonados, una canción de rap. Las niñas, con traje de merengue -confeccionado por alguna mamá- chocan entre ellas, se pisan la cola con tul y enseñan los calzones. Siguen los machetes, que en realidad son palos. Esta vez no será cuando un mismo artista ondeé el vestido y blanda el machete al mis...

Loves me not

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Te voy a llorar por un día, o quizá durante dos o tres.  Ilusionada, emocionada, enculada ... P uede que se an cuatro días. A lo mejor son seis, o siete; los que sean proporcionales a mi entu siasmo .  El qu into no aparece porque can celast e de último momento . No sé cómo se mide la decepción; si cada cita cuenta o solo los momentos especiales.  Puede que sea más tiempo porque también se suma aquello que no pasó.

De noche huele a citronela

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Una planta de citronela para espantar los zancudos y atraer muertos. Que el olor le guste a ella, asesinada, y se lleve mi sueño engreído. Que venga y me recuerde que está muerta. Que esta vez le tocó a ella, a mí, a nosotros. Que venga y se lleve mi ceguera, mi santurronería, que se lleve mi fe. Que me quite el sueño como tantas cosas que ya no tengo.  Mi gracia consistía en poner la cabeza en la almohada y dormir "como una niña". Me gustaba esa inmadurez. Ya no la tengo, ya no la necesito. En la noche me llamo Teté. En la noche le lloro como adulto. Una planta de citronela para atraerla a ella. Para envolverme a mí.