La Soledad y El Santiago
Caminé sobre el agua. Bajé al Río Santiago y le pasé encima. En el punto donde se juntan el Santiago y el Río de la Soledad hay miles de piedras que hacen un camino firme. En tiempos de aguas están cubiertas, pero, durante la sequedad de abril, las piedritas están por encima de las gotas que no tienen fuerza para sobrepasarlas. Me paré frente al Río de la Soledad y lo vi sumarse, de manera inocente, al Río Santiago. Influenciado por el agua que viene de lejos, que recorre la zona metropolitana y que huele mal, el de la Soledad se vuelve adulto, más pesado y sobrio. Y se va junto el Santiago ya sin tanta prisa ni frescura. También estuve frente al Santiago. Lo vi pasar herido, aletargado y resignado por entre las montañas que le abren espacio. Las altas le hacen reverencia con árboles y piedras mientras marcan una valla y delimitan el espacio por donde va el agua: “A un lado, el río va a pasar”, dicen entre el viento, y se mantienen ahí, erguidas, altas, ob...