Zapateado tastuán
La chirimía es la que manda. A pesar de su voz chillona, esta especie de flauta tiene la autoridad para coordinar al rey, al santo Santiago, a los moros y a los tastuanes. Con sólo una inflexión, la chirimía puede ordenar la muerte o aparición de algún personaje para divertir a los asistentes. El tambor le sigue con su voz ronca, como el padre que da fuerza a las decisiones maternales, aportando el drama, marcando el ritmo para el tastuán en turno. Y con ellos de fondo, la energía de los tastuanes se despliega sobre lo que -unas horas antes- era la calle principal de San Francisco de Ixcatán, municipio de Zapopan, Jalisco. Vista de lejos, la representación no parece tener orden. Un hombre con cabeza de animal salta por aquí, otro da vueltas por allá; la gente no está mirando a un solo lugar y hay muchos niños en la fila de enfrente. Sí, ya empezó porque el hombre con la pluma en el sombrero va y viene por la calle, bravucón, aguantando el sol y e...